Reconstrucción

La reconstrucción es parte de las estrategias de intervención en psicoterapia narrativa constructivista. Otras estrategias de intervención en este modelo son la deconstrucción y el bracketing.

Se denomina reconstrucción a la estrategia terapéutica orientada a promover la integración referencial de un grupo de conceptos, que antes representaban una detención.
La reconstrucción puede ser entendida como un doble proceso cíclico, en función del aumento de complejidad integrativa del sistema de aplicaciones conceptuales. Por un lado, se debe atender al aumento de diferenciaciones en las aplicaciones conceptuales. Debido a que en psicoterapia narrativa constructivista el aumento de diferenciaciones debe ser promovido respecto al heurístico de “detención” específico que se ha construido como hipótesis, la reconstrucción tiene un carácter estratégico, está orientado de manera específica.
Por otro lado, están los procesos de reconocimiento o apropiación. En el proceso cíclico, se comienza atendiendo a los conceptos más concretos aplicados en el problema terapéutico y que representen un primer sentido de reconocimiento o apropiación. Este es un paso muy relevante en clínica de alta complejidad (que puede considerar problemáticas de adicciones, experiencia suicida, alucinaciones, alta compartimentalización, etcétera). Solo después de esa primera apropiación, se comienza estableciendo (a través de la estrategia de bracketing) la posibilidad de realizar nuevas diferenciaciones, lo que lleva al ciclo nuevamente hacia el reconocimiento y así sucesivamente.
A través de una gradual integración de diferenciaciones más abstractas (sustentadas en las aplicaciones concretas del problema terapéutico), se espera un gradual aumento de complejidad integrativa. Esto equivale a un cambio cualitativo en la experiencia, caracterizada por mayor abstracción, capacidad de flexibilizar los puntos de vista sobre la experiencia, mayor alternativismo constructivo, etcétera.


La reconstrucción está orientada a la integración referencial de la experiencia referida como sintomática o problemática. En otras palabras, lo que es percibido como un “síntoma”, comienza a ser reconocido como parte de sí mismo, de la forma de ser, de una manera flexible, modulada y conectada (desde el punto de vista del paciente) con aplicaciones conceptuales referidas a las construcciones de mundo, del cuerpo, del autoconcepto y de las representaciones de otras personas significativas. Esta integración tiene sentidos paralelos de novedad y de familiaridad: por un lado la persona experimenta que la reconstrucción ofrece “información nueva sobre sí mismo” y por otro lado un sentimiento de familiaridad respecto a esos conceptos (“siempre los vi ahí, aunque ahora me hace sentido”).
En esta óptica, la reconstrucción tiene una lógica narrativa, no es una “reconstrucción de los hechos que ocurrieron”, sino un reordenamiento referencial en torno al sentido de coherencia narrativa de la persona. Por esta razón planteamos, en este enfoque, que la interfase entre coherencia y complejidad integrativa es de carácter narrativo.


De esta definición, se pueden destacar algunas nociones:

  • Reconocimiento. El grupo de conceptos a abordar (usualmente aquellos referidos como “síntomas”, aquellas aplicaciones que son parte del “problema terapéutico”) debe ser relacionado, en primer lugar, con los conceptos disponibles. Este alcance es particularmente relevante en el trabajo con experiencias referidas de forma psicótica o en grupos de conceptos de alta compartimentalización. Esta relación se realiza a través de la autoobservación guiada y estratégicamente focalizada en terapia, en la que se deben determinar co-variaciones o “identificación de patrones” en las aplicaciones conceptuales de forma previa a la determinación de nuevas diferenciaciones.
  • Diferenciación. A través de la estrategia de bracketing (horquillamiento), la emergencia de aplicaciones de conceptos de mayor abstracción implicará primero aplicaciones difusas, extremas y polares, con graduales especificaciones hacia el “interior” del nuevo concepto. Por ejemplo, experimentar un aumento de tonalidades afectivas desde el punto de vista del paciente.
  • Cambios cualitativos. Los cambios cualitativos en las aplicaciones conceptuales que primero ocurrirán son de reordenamiento y de modulación. El terapeuta y paciente podrán observar un cambio de orden en los conceptos tratados (por ejemplo, la emergencia de anticipaciones más precisas y construcción de alternativas). En segundo lugar, se observará una mayor modulación, lo que implica menos inmediatez, menor contexto dependencia, mayor capacidad para proyectar temporalmente y con control los conceptos, la mayor posibilidad de construir alternativas en las aplicaciones conceptuales, mayor logro temático.
  • Relación con los sentidos identitarios más generales. La reconstrucción no implica una “revolución”, sino la incorporación referencial de la experiencia en términos de lo que es usual y familiar. Como se han ligado aspectos del problema terapéutico con temáticas más generales, la persona puede experimentar la relación entre lo referido como “sintomático” y la identidad más general.

El lector puede encontrar el estudio de una viñeta clínica en el libro experiencia suicida. También podrá reconocer en esta definición de reconstrucción la tradición de constructos personales, de George Kelly, y de la técnica de la moviola propuesta por el psiquiatra italiano Vittorio Guidano. Si el lector requiere referencias para seguir profundizando estos temas, a continuación hay una breve lista para iniciar la revisión.

Sugerencias de lectura

  • Dodet, M. (1998). La moviola. Psicoterapia, año 4, Nº 13, 89 - 93
  • Guidano V. (1991). The self in process: Toward a post-rationalist cognitive therapy. New York: Guilford.
  • Guidano V. (1993). La terapia cognitiva desde una perspectiva evolutivo-constructivista. Revista de Psicoterapia, 14/15, 89-112.
  • Guidano V. y Quiñones, A. (2001) El Modelo cognitivo postracionalista. Hacia una reconceptualización teórica y clínica. Bilbao: Desclée de Brouwer.
  • Guidano V., y Liotti, G. (1983). Cognitive Process and Emotional Dissorders. New York: Guilford.
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